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"David Broncano y Lalachus iluminan la noche con su frescura mientras Cristina Pedroche deslumbra en su espectacular vestido" | Televisión | EL PAÍS

No recuerdo cuándo fue la última vez, si es que alguna vez ocurrió, en que me senté frente a la televisión para ver las campanadas con entusiasmo, con un interés genuino, con curiosidad. Anoche fue esa noche. Y no, no era por el vestido de Cristina Pedroche, que pesaba 30 kilos según comentó días atrás en El Hormiguero, ni por supuesto para escuchar frases cliché, coletillas (ojo, yo sería incapaz de innovar en ese sentido, y dudo que nadie lo reclame) ni para contemplar las sonrisas desmesuradas de presentadores hiperactivos. No, era para disfrutar de David Broncano y Lalachus, dejándome sorprender de verdad y riéndome de corazón. Y sí, lograron ambas cosas. En televisión, ¡ESPAÑOLA! No pude evitar hacer la broma, así que disculpadme.

Aquí va un resumen de la Nochevieja televisiva, sin orden ni concierto, tal y como la he visto, haciendo zapping enloquecida, con todo aquello que me parece relevante que sepáis:

En 2015 el canal Clan puso a Pocoyó a retransmitir las campanadas, obligando a los padres entregados que optaran por esa opción, a verlas con los niños, no los iban a dejar solos en la habitación. Pero el sacrificio por los hijos también tiene sus límites, así que aquello fue flor de un día. Diez años después, llega la cadena pública con una nueva fantasía: David Broncano y Lalachus, en la puerta del Sol de Madrid. Dos personajes que hace dos días estaban tan alejados de lo mainstream como Isabel Preysler y un fin de semana mochilero, como Froilán y una cátedra de La Sorbona, colocados ahí, con el divertimento puro por bandera, sin parafernalias, con desparpajo y sin artificios. Sin jugar a ser otros, y demostrando que se puede estar como un pulpo en un garaje y disfrutando de lo lindo, además. Ese momento de enfocar desde su puesto en el balcón, al set de Antena 3 con Cristina Pedroche y Chico, y saludarlos con jolgorio fue gloria pura. Sólo ellos podían atreverse a salirse del guion de esta manera.